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El desarrollo minero de San Juan: una real oportunidad para la Región de Coquimbo

Por Cristian Rondanelli Orrego
El auge de la minería a gran escala en la provincia argentina de San Juan representa una oportunidad concreta para la Región de Coquimbo. Gracias a su experiencia minera y a su infraestructura de desalación, nuestra región puede convertirse en un socio estratégico en el desarrollo sustentable trasandino. El desafío: pensar binacionalmente y actuar con visión de futuro.
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Sabemos muy bien que nuestros vecinos y amigos de la provincia de San Juan, Argentina, se encuentran ante grandes posibilidades de desarrollar nuevos proyectos de minería de cobre que se unen a Barrick Veladero, mina actualmente en operación. Este auge representa no solo una transformación económica para esa provincia argentina, sino también una oportunidad concreta para que la Región de Coquimbo, se convierta en un aliado estratégico de su desarrollo minero.
Chile, y particularmente nuestra región, cuenta con una larga experiencia en minería y tecnologías asociadas, además de una infraestructura logística en expansión. En los últimos años, hemos dado pasos clave en materia de desalinización de agua para uso industrial, lo que permite reducir la presión sobre fuentes de agua continentales en zonas con escasez hídrica.
Un caso emblemático es el de la planta desaladora de Minera Los Pelambres (Antofagasta Minerals), ubicada en la provincia del Choapa, que inició operaciones en 2022. Su capacidad inicial es de 400 litros por segundo, con posibilidad de ampliación a 800 l/s. Esta planta abastece las operaciones mineras disminuyendo el uso de aguas continentales y con el compromiso de disminuir el uso de estas a casi 0 en los próximos años.
Dada la proximidad geográfica con San Juan, y considerando proyectos mineros como El Altar, El Pachón, o Los Azules, se vuelve técnicamente viable proyectar una interconexión hídrica binacional, abasteciendo estos desarrollos con agua desalinizada desde el océano Pacífico. Y es ahí en donde la Provincia de Choapa ubicada en su punto más angosto a tan solo 91 km del límite con Argentina y la Provincia de San Juan es una zona que se convierte totalmente atractiva para poder suministrar agua desalada a los proyectos al otro lado de la cordillera. Es clave además que el desarrollo de estas plantas desaladoras sea multipropósito y de esa manera también podamos garantizar agua tanto para el consumo humano y el uso agrícola para zonas que ya han sido golpeadas fuertemente por la sequía, lo cual sin lugar a dudas generaría ganancias a ambos lados de nuestra majestuosa Cordillera de Los Andes.
El uso de sistemas de bombeo de agua a gran altitud ya ha sido probado en otras zonas de Chile. Minera Escondida (BHP), en la Región de Antofagasta, transporta agua desalada desde la costa hasta 3.200 metros sobre el nivel del mar, marcando un precedente técnico aplicable a la conexión Coquimbo-San Juan.
Además, en las distintas provincias de nuestra región podrían convertirse en una pieza clave para habilitar pasos fronterizos amparados en el acuerdo binacional minero, facilitando el paso de infraestructura crítica, servicios técnicos y logística asociada. Y que a través del Puerto De Coquimbo sea la puerta de entrada no solo de los minerales sino de la agricultura a los mercados asiáticos.
La integración entre San Juan y Coquimbo en torno al agua y la minería puede abrir una nueva etapa de cooperación regional, donde Chile provee soluciones hídricas y servicios especializados, y Argentina impulsa una minería moderna y sustentable. Esto no solo generaría empleo e inversión, sino que también consolidaría a la macrozona andina como un polo de desarrollo e innovación minera a nivel sudamericano.
Sin embargo, esta visión requiere voluntad política, acuerdos bilaterales actualizados, planificación territorial y, por, sobre todo, una mirada compartida sobre el desarrollo sustentable. No se trata solo de extraer recursos, sino de construir un modelo de colaboración responsable, eficiente y ambientalmente viable.
Hoy más que nunca, debemos pensar binacionalmente. Porque cuando dos regiones trabajan juntas, la cordillera deja de ser una frontera: se convierte en un puente al futuro.