Por Equipo Región de Coquimbo
En el marco del proyecto “Nosotras” financiado por el Fondo de Fomento de Medios de Comunicación Social del Gobierno de Chile y el Consejo Regional, que busca visibilizar la realidad de las mujeres que enfrentan el cáncer de mama, conversamos con Ana María Araya, una mujer que decidió transformar su diagnóstico en una fuerza colectiva capaz de acompañar, orientar y sostener a cientos de chilenas que viven el mismo proceso. Su historia, como la de tantas, encarna la resiliencia, la sororidad y el poder transformador de la comunidad cuando se organiza desde el amor.
De paciente a lideresa: la voz de cientos de mujeres
“Las personas sanas tienen muchos sueños, pero las pacientes que tenemos cáncer tenemos solo uno: vivir”, dice Ana María desde Santiago, con una serenidad que solo nace de haber mirado la vida desde el borde.
Funcionaria de salud por años y hoy presidenta y fundadora de la agrupación “Triple Negativa, Siempre Positiva”, Ana María acompaña a más de 260 mujeres desde Arica a Punta Arenas que padecen este subtipo de cáncer de mama, uno de los más agresivos y de mayor incidencia entre mujeres jóvenes. “Somos una red de mujeres ayudando a mujeres. Logramos humanizar la enfermedad, ponerle rostro al cáncer de mama y decirle al país que no somos un número”, explica.
Bajo su liderazgo, la agrupación alcanzó un hito histórico: el acceso gratuito en el sistema público a la inmunoterapia Pembrolizumab, un tratamiento de última generación que desde septiembre está disponible a costo cero para pacientes Fonasa en etapas tempranas. “Yo no tuve la posibilidad de recibirlo, pero estoy feliz de que las mujeres que vienen detrás lo tengan. Ese es nuestro legado”, relata.
El rostro social de la enfermedad
El cáncer de mama triple negativo suele golpear con especial dureza a mujeres en edad fértil, embarazadas o en periodo de lactancia. A esa carga biológica se suma la desigualdad de género. “A veces las mujeres son abandonadas por sus parejas justo cuando más las necesitan. Además del dolor físico, deben ser sostén del hogar, madres, hijas, trabajadoras. Y muchas veces lo hacen solas”, señala Ana María.
Desde esa experiencia, su organización no solo entrega contención emocional, sino también acompañamiento social, orientación médica y asesoría en derechos de salud. Han gestionado convenios con especialistas, acceso a prótesis mamarias artesanales, talleres de psicooncología, cosmetología, yoga, escritura terapéutica y actividades físicas que ayudan en la rehabilitación integral.
“Nosotras no hablamos de lucha, porque el cáncer no se pelea: se trata con equipos interdisciplinarios. Lo enfrentamos desde el cuerpo, la mente y el alma. Por eso hablamos de comunidad, de autocuidado, de esperanza compartida”, afirma.
Brechas estructurales y desafíos pendientes
A través de su trabajo, Ana María ha detectado las grandes falencias del sistema de salud chileno en materia de equidad y género. Denuncia, por ejemplo, que el cáncer de endometrio aún no está incorporado al GES, que la reconstrucción mamaria no tiene fecha garantizada, y que la ley de olvido oncológico todavía se aplica de manera insuficiente.
“Nosotras damos vida, y también tenemos derecho a vivirla plenamente. El Estado está al debe. Faltan protocolos, información oportuna y acompañamiento real”, subraya.
Su testimonio deja ver que la desigualdad no solo se expresa en el acceso a medicamentos, sino también en la forma en que la sociedad percibe a las mujeres sobrevivientes. “Nos piden volver a trabajar como si nada, cuando aún vivimos con secuelas, con el ‘quimio brain’, con cuerpos distintos. Necesitamos una reinserción humana, no solo laboral”.
Redes de apoyo que sanan
La agrupación “Triple Negativa, Siempre Positiva” ha creado una comunidad activa y solidaria, donde mujeres de todo el país se acompañan, se forman y se contienen mutuamente. En sus redes sociales -www.lastriples.cl e Instagram @lastriples.cl– comparten información, talleres y contactos útiles.
También mantienen colaboración con agrupaciones regionales como “Guerreras Hermosas” y con emprendedoras que elaboran prótesis mamarias, turbantes y productos naturales, en un ecosistema que refuerza la autonomía y el bienestar de las pacientes.
“Cada mujer es única. Lo que me pasó a mí no le pasará igual a otra. Pero todas merecemos un trato digno, acompañamiento y acceso a tratamientos que nos permitan vivir con calidad. El cáncer nos cambió, pero no nos quitó la humanidad”, dice Ana María con firmeza.
Una invitación a mirar distinto
El proyecto “Nosotras” busca justamente eso: ampliar la conciencia social, derribar estigmas y educar en torno al cáncer de mama y otros cánceres ginecológicos, entendiendo que la salud es también un asunto cultural, emocional y de derechos humanos.
“Octubre no debería ser el único mes en que nos acordamos del cáncer de mama. Esto debe ser todo el año, porque seguimos aquí, seguimos vivas, seguimos ayudando”, concluye Ana María.
Y en efecto, su voz -y la de cientos de mujeres- nos recuerda que incluso en las grietas del cemento crecen las flores... Ana María destaca la colaboración y el apoyo de @triplenegativasiemprepositiva y @mamadelastriples

